Por: Patricio Rosas Flórez
El país de Manuelito, sí este Ecuador del alma, tiene un presidente fatuo. Uno distinto que aprendió a ocultar los problemas con discursos banales sin contenido, un lejano y oscuro ser. Cuando estos personajes surgen en la historia carecen de lo más simple en un buen presidente: La frontalidad de sus juicios. Claro, hoy estos seudos estadistas solo ven sus costes políticos en sus actuaciones. El presidente Moreno es uno de ellos.
En derecho, y bajo el amparo de la CIDH hoy la Corte Constitucional dio paso al matrimonio igualitario en nuestro país. En derecho civil los grupos LGBTI están protegidos. Sabia lucha política, no hay duda alguna, comprender los afanes por avanzar en sus intenciones.
El presidente Moreno no tuvo los pantalones para asumir el reto, de generar el debate suficiente en las diversas plazas de la sociedad. Los grupos LGBTI deben reconocer que durante los últimos años tienen los espacios para practicar sus libertades. A veces actúan como grupos oprimidos, pero lo cierto, en el mundo occidental la comunidad goza de las libertades de expresión, propiedad privada, salvo en las ciudades comunistas.
Los sin huevos del presidente Moreno surgen por su silencio cómplice, era obvio que siendo el país signatario de la CIDH tarde que temprano el país tenía que asumir el coste político. Pero fue más fácil hacerlo de la manera propuesta, por la tangente. Era mejor por supuesto, dar costado a la Corte Constitucional que en derecho se pronuncie.
El diálogo pasa por inadvertido, no existe una rotunda propuesta para generar esos encuentros en las universidades, en la sala de casa, un presidente que permita la discusión, a fin de construir una sociedad que sincere sus taras o apoye las buenas posturas sea de las partes que provengan. Lo cierto que para aquello el presidente Moreno no tiene los huevos suficientes.
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