"Sentía que sólo vivía por vivir y en esos momentos la ansiedad y los pensamientos depresivos se apoderaban de mí" expresó Zaira López, diagnosticada con depresión y ansiedad desde hace 7 años.
Zaira López, una joven quiteña de 24 años, representa uno de los muchos casos de personas que viven con ansiedad y depresión. Estas afectaciones a la salud mental pueden tener consecuencias mortales si no son tratadas con especialistas.
Durante la pandemia, la joven vivió la peor de sus etapas. Encerrada y con la constante frustración de no saber qué pasaría, la ansiedad la fue consumiendo a tal punto que lloraba la mayor parte del tiempo. Casi no salía de su habitación, apenas comía y no socializaba con sus padres ni hermana.
La BBC afirma que la avalancha de noticias sobre el coronavirus repercutió en la salud mental de las personas, generando un incremento en los casos de ansiedad y depresión a nivel mundial. De hecho, Zaira ya ni siquiera encendía la televisión y optó por cerrar sus redes sociales.
En abril de 2020, antes de su cumpleaños, los pensamientos depresivos empezaron a atacarla de nuevo, pero con más fuerza. Estaba muy delgada y eso la desconcertaba. Al pasar los días, empezó a comer por ansiedad y ella estima que en un periodo de tiempo muy corto subió aproximadamente 17 kilos.
El hambre emocional es muy común en pacientes con este tipo de trastornos y puede empeorar su cuadro clínico debido a las constantes fluctuaciones de peso.
Así mismo, Zaira indica que en reiteradas ocasiones sintió tanta frustración por lo que acontecía en el país y el mundo, que llegó a cuestionar su vida: ¿En serio valía la pena seguir viviendo?
Los padres de la joven mostraron mucha preocupación durante el encierro. Ver que su hija estaba experimentando un cambio tan brusco de peso los alarmó. Los llantos repentinos, notar que no socializaba y evidenciar sus cambios de actitud, fueron algunos de los factores que marcaron a la familia y a su vez, sirvieron para buscar ayuda en tiempos donde no se podía acceder a las terapias presenciales.
LA SALUD MENTAL Y EL RIESGO DE SUICIDIO
En la actualidad, se han encontrado nuevos factores determinantes que están involucrados en la salud mental la cual no depende únicamente de agentes biológicos, sino también de las condiciones de vida. En la región a la que Ecuador pertenece, ésta se encuentra muy afectada por la pobreza extrema, la falta de oportunidades laborales, la desintegración familiar y demás circunstancias que inciden no sólo en lo físico sino también en la calidad de vida vista desde la Psicología.
Según la revista ‘Actualidades en psicología’ en América Latina y el Caribe, los trastornos mentales representan el 22.9% de la carga general de las enfermedades y el 75% de éstos inician antes de los 24 años, en especial en la niñez y adolescencia.
En Ecuador, los estudios sobre los estados de salud mental son limitados y enfocados, principalmente, en las manifestaciones clínicas y psicopatológicas. Sin embargo, con el paso del tiempo, el sistema de atención a la salud mental en el país ha avanzado. En los hospitales públicos se coordinan periódicamente capacitaciones sobre la relevancia de la salud mental en la población, sus causas y consecuencias.
Así mismo, las aéreas de psicología y psiquiatría se encargan de proveer atención a los pacientes que, a más de una patología física, sienten que su estado emocional no es el mejor. Consultas sobre cómo se sienten y sesiones en dónde el profesional escucha lo que el paciente tiene que decir con respeto a su salud mental, son técnicas que se han venido implementado en los hospitales y clínicas del país.
A inicios de la pandemia de Covid-19, cuando se declaró el estado de excepción, fue alarmante notar el colapso total del sistema sanitario. Como ejemplo, se puede referir al caso de la ciudad de Guayaquil, en la cual, durante los meses de marzo y abril de 2020, los cuerpos botados en la calle, esperando a ser recogidos, eran noticia de todos los días . Una especie de sombra de muerte se vislumbraba en esa urbe. Sin duda, la salud mental de muchos ecuatorianos sufrió un gran deterioro como consecuencia del miedo a la enfermedad así como también de la cruda realidad de la crisis económica y de desempleo que la emergencia sanitaria desencadenó.
Factores como los mencionados fueron determinantes para que en esa etapa, los casos de suicidio se incrementaran. La página ecuatoriana “Ayuda en acción” estima que durante los primeros 10 meses del año 2020 han ocurrido 977 suicidios, más de tres al día, la mayoría de jóvenes. De acuerdo con el Observatorio social del Ecuador, en 2016 se suicidaron 192 jóvenes cuyas edades estaban comprendidas entre los 12 y 17 años. Es muy preocupante que ésta sea una de las principales causas de muerte de adolescentes en el país.
LA DEPRESIÓN AFECTA MÁS A LA MUJER
La depresión es definida como uno de los tipos de alteración del ánimo. Las personas diagnosticadas con depresión tienen dificultad para sentir placer en actividades cotidianas. Simplemente pierden el interés, estás desmotivadas y no le encuentran sentido a las cosas.
Pedro Retamal, médico de experiencia, ordena los síntomas y signos clínicos de la depresión empezando desde las alteraciones emocionales, seguidas de un cambio total del pensamiento. A continuación plantea las alteraciones somáticas, modificaciones en los ritmos vitales y finalmente, los cambios en la conducta del individuo.
Las consecuencias varían según la magnitud del caso. Pueden partir desde un aislamiento total, conducta antisocial y fluctuaciones de peso constantes. Sin embargo, al tratarse de un estado de depresión severo, pueden presentarse autolesiones e incluso, cuando los medicamentos no surten efecto, el paciente llega hasta el suicidio.
La depresión es un enfermedad que ha cobrado la vida de miles de personas a nivel mundial y permanece envuelta por tabúes que le restan relevancia social. En Ecuador, la depresión afecta mayoritariamente a las mujeres, tornándolas incapaces de realizar actividades cotidianas.
Según la Revista Colombiana de Psiquiatría, las mujeres son las más afectadas por esta patología debido a factores biológicos en la reproducción, es decir, el embarazo. Además, los factores socioculturales demuestran que las mujeres son más propensas a padecer este tipo de trastornos.
Durante los primeros meses de la pandemia, las familias debían permanecer confinadas para protegerse del virus, evitando así cualquier tipo de contagio. El estrés fue inminente y dio paso, en muchos casos, al incremento de la violencia contra las mujeres.
Según el portal 'ONU mujeres' la frustración a causa del encierro y desempleo condujo a que los perpetradores descargaran sus tensiones en las mujeres, dando como resultado el alza en los niveles de ansiedad y depresión a nivel mundial. La población femenina tuvo que lidiar con las constantes agresiones de sus convivientes, quienes no soportaban el peso de la pandemia y lo demostraban a través de golpes e insultos.
ANSIEDAD
La salud mental inserta varias temáticas a discutir, una de ellas es la ansiedad, que frecuentemente se usa como sinónimo de angustia o estrés. Sin embargo, son conceptos diferentes. Debido a esta confusión, la ‘Revista mal-estar e subjetividades' realiza el ellos para entenderlos de mejor forma.
La angustia tiene un predominio de los síntomas físicos. La reacción del organismo es de paralización y la nitidez con la que el individuo capta el fenómeno se atenúa, mientras que en la ansiedad cobran mayor presencia la sensación de ahogo y peligro inminente. Por otra parte, el estrés hace referencia principalmente a una situación determinada y la ansiedad alude a la reacción ante estos sucesos estresantes.
Con el avance de la tecnología, los casos de ansiedad en las personas, evidentemente, se han incrementado.
La importancia de hablar de este estado neuronal, se debe a que hace algunos años, individuos presentaban episodios con desordenes anímicos, los cuales como toda enfermedad, en primera instancia, eran desconocidos. No obstante, debido al desconocimiento, estos trastornos no fueron considerados necesarios de ser tratados y, de una u otra manera, fueron apartados del área de la salud.
El doctor América Reyes – Ticas, explica que a pesar de la tremenda morbilidad, los trastornos de ansiedad son infradiagnosticados y no tratados adecuadamente. Cerca de la mitad de los pacientes de un estudio internacional, afectados por un trastorno de ansiedad, no fueron identificados por los médicos de la familia.
La llegada de la pandemia del Covid-19 nos cambió la vida, no estábamos preparados psicológicamente. Nuestra rutina estaba sujeta al compartir físicamente con los demás, la mayoría de veces fuera de casa. Las actividades que practicábamos antes de la pandemia, nos mantenían ocupados, tanto que casi ni teníamos tiempo para pensar o reflexionar sobre nuestras vidas.
La relación con nuestro ser interior se profundizó durante cuarentena, ésta nos llevó a meditar sobre el futuro. Pacientes del Instituto Superior de Estudios Psicológicos, en España, informaron cómo se sentían en momentos del confinamiento. Ellos expresaron sentimientos de soledad, miedo a contagiarse y la pérdida de un amigo o familiar por el virus. Estos factores, son unos de los tantos que han generado ansiedad en muchas personas, desencadenando malestar emocional y psicológico.
REDES SOCIALES Y SALUD MENTAL
La pandemia ha estado fuertemente marcada por las redes sociales y el impacto de sus contenidos. Una encuesta realizada por Hootsuite y We Are Social expone que cerca de 3.482 millones de personas utilizan las redes sociales. Comparando con el número de personas que habitan en todo el mundo, esto equivale al 45% de su población.
La salud mental ha sido un tema muy abordado en diferentes espacios. Plataformas como Instagram y Facebook son utilizadas para publicar información precisa sobre trastornos mentales, evidenciando que la depresión y ansiedad, no son un juego y merecen más atención de la que se les ha venido dando.
Sin embargo, en varias ocasiones a las redes sociales se les ha dado un mal uso. Los contenidos que se encuentran en ellas terminan repercutiendo profundamente en la salud mental de los usuarios.
Un estudio realizado en estudiantes de la FES-I UNAM (México), demuestra que dentro de las propiedades que tienen estas redes es que cada una es percibida de manera distinta: Facebook e Instagram son consideradas como las dos redes sociales más dañinas para la salud mental en el entorno digital, mientras que YouTube y Twitter las de menor impacto.
Existe mucha desinformación en las redes. La mayoría de influenciadores publica sin cesar contenidos poco enriquecedores que se convierten en veneno para pacientes en situaciones vulnerables.
La velocidad con la que la información se envía dentro del ciberespacio, es de microsegundos. Con la pandemia de la Covid -19, la situación iba a ser igual o incluso podría haberse incrementado. En 2020, una investigación presentada por la Organización de las Naciones Unidas, presentó que detrás del 40% de las publicaciones relacionadas con el virus, se encontraba la presencia de ‘bots’, los cuales con una función predeterminada, se disfrazan con perfiles humanos.
La llegada de las vacunas a distintos países, fue una gran noticia y esperanza para muchos. Sin embargo, no podían faltar comunicados con información falsa. Actualmente en las redes sociales continúan circulando publicaciones sobre las vacunas, señalando que una es mejor que otra, o aludiendo que las vacunas están compuestas por sustancias que podrían poner en riesgo la salud y privacidad de las personas.
Toda la avalancha de noticias falsas que se ha venido dando en las redes sociales durante la pandemia, es una de las responsables del deterioro en la salud mental de las personas. El índice de ansiedad se ha incrementado y los individuos sienten frustración al leer todo este contenido, que a más de ser falso, es alarmante.
¿CÓMO AYUDAR A PERSONAS CON DEPRESIÓN O ANSIEDAD?
Al igual que Zaira, hay un número considerable de personas que se han visto afectadas por la pandemia. El encierro no fue el mejor aliado en la lucha contra la depresión y ansiedad.
Es importante saber que un individuo, al ser diagnosticado con algún trastorno mental, necesita el apoyo, tanto familiar como profesional.
Familiares y amigos de una persona diagnosticada con depresión o ansiedad se convierten en pilares fundamentales, que a través del diálogo y sobre todo comprensión, generan en ellos seguridad. Por esta razón, es clave la comunicación y apoyo. Crear espacios que los hagan sentir cómodos y escucharlos cuando ellos lo requieran.
Además, como paciente, los especialistas indican que es trascendental darse un pausa en redes sociales. De igual forma, acceder a consultas telefónicas a través de líneas de ayuda , constituye un gran apoyo para los pacientes con ansiedad o depresión.
En Ecuador, durante la pandemia, varias universidades, con el fin de brindar ayuda, abrieron canales virtuales para personas que necesitaran apoyo psicológico. Se establecían reuniones por Zoom, o mediante llamadas telefónicas, especialistas en salud mental atendían las necesidades y solventaban las dudas de sus pacientes.
Debido a la pandemia de Covid-19 el acceso a las terapias se ha visto truncado. Sin embargo, existen varias formas de reducir el impacto que estas patologías pueden causar en los individuos. Se recomienda hacer ejercicio, comer de forma saludable, evitar el aislamiento total y realizar actividades que generen paz, como la meditación.
Leer un libro, escuchar música y aprovechar los servicios que brindan de forma virtual las organizaciones en pro de la salud mental, son algunas de las vías de escape que pueden ser usadas para lidiar con la depresión, ansiedad u otra enfermedad mental.
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