Falsa Vacunación en la provincia de Los Ríos
Un nuevo caso de vacunación falsa se suscitó en la provincia de Los Ríos, en la escuela Víctor Manuel Rendón. Una madre acompañó a su hijo para ser vacunado. En el momento en que el joven iba a recibir la dosis, una de las personas que lo acompañaba grabó el momento exacto en donde la jeringa fue introducida pero la medicina no fue suministrada.
En las imágenes del vídeo, se puede observar cómo limpia su brazo con alcohol y posteriormente inyecta al joven sin percatarse de que el líquido no ingresó a su sistema. En el acontecimiento, la madre del joven reclamó a las autoridades del lugar quienes estaban encargados. Sin embargo, una funcionaria perteneciente al Ministerio de Salud Pública se pronunció en el hecho, aclaró que fue un error y que en ese instante se procederá a la respectiva inoculación del afectado.
Ante los reclamos, el personal de Salud procedió a volver a inyectar al joven. Esta vez se observa que se presiona la jeringa y el líquido ingresa en el brazo. La coordinadora Zonal 5 del Ministerio de Salud mencionó que la causa del inconveniente fue un problema ocasionado por la jeringuilla. Según informes preliminares el trabajador de Salud fue puesto a órdenes de la Fiscalía para las investigaciones pertinentes.
La Misteriosa Muerte del Abuelito (Papito)
Corría el mes de abril de 2020 ¿Quién iba a pensar que ese año y mes, serían inolvidables y a la vez muy tristes, que llevaría dolor para siempre a la Familia Sánchez? El viernes 15 de abril del 2020, se recibió el mensaje de que Papito (abuelito) había amanecido mucho mejor que el anterior día. Se les dio a entender que los medicamentos que le estaban dando le ayudaban para que se recupere pronto.
Sin embargo, más tarde, un audio de 5 segundos fue enviado al grupo de la familia, a las 14h13. Éste hizo estremecer a todos ya que decía: "Papito, papito no reacciona; llamen a una ambulancia". Nadie sabía qué hacer, algunos no creían en ese audio, otros estaban llorando, otros orando y los mas fuertes tuvieron la valentía de salir de sus casas e ir a ver qué paso con su Padre, abuelito, nuero, sin importar el toque de queda.
Finalmente la noche cayó y Papito falleció. Cada familiar que estuvo en ese momento trágico tiene sus versiones. Comentan que falleció por los nervios, que estaba asustado por este maldito virus, otros dicen que se suicidó y que se ahorcó con su propia bufanda para no contagiar a sus familiares. Y la última fue que los síntomas de la Covid-19 atacaron todo su cuerpo y también a sus familiares; pero no fue el virus. Fue la partida de su ser mas amado. Misteriosa muerte, diferentes versiones pero un dolor inmenso que llevará la familia Sánchez.
Linchamiento popular contra un inocente en Calderón (Quito Norte)
Era ya el atardecer en la ciudad de Quito. Un vehículo modelo Blazer, de color blanco, se moviliza por la urbe. Son las 18.25 en la capital y el señor Juan Vásquez saca el automóvil del parqueadero, accede como de costumbre a la autopista General Rumiñahui y luego toma la Avenida Eloy Alfaro, con ganas de llegar a su casa, pero sin saber que se llevaría una inmensa y desagradable sorpresa al momento de aproximarse a morada.
Tras recorrer cientos de kilómetros, se encuentra cerca de su domicilio, en Calderón. Al acceder al pasaje donde vive, una turba enardecida de gente del barrio se acerca con palos y con bates del beisbol para atacar su automóvil. La sorpresa de Juan fue tal que se bloqueó por completo.
Se detiene en las cercanías de su departamento, se dispone a bajar y el pueblo le empieza a golpear al parabrisas al carro. Afortunadamente, logra llamar a la policía para poderse bajar del automotor. En días anteriores habían robado en el sector en autos grandes, similares al suyo. Su delito fue estar en la hora equivocada y en el lugar equivocado.
Finalmente se bajó del auto el cual estaba destrozado. Si no hubiera sido por la policía, peligraba su integridad y tal vez hasta perdía su vida. Momentos después, la gente se da cuenta de que no había sido él la persona sospechosa de los robos. Mientras tanto, el pobre Juan se quedó sin carro y sin trabajo. Y eso, sin contar el miedo y el trauma que le causaron.
Edición: Nicolás Dousdebés
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